Facultad de Psicología y Estudios Generales, ULACIT

Este blog ha sido elaborado para los estudiantes de Psicología de ULACIT y los amigos de esta Facultad. ¡Sean bienvenidos!

miércoles, 3 de agosto de 2011

¿Por qué jugar?



Jugamos porque queremos representarnos el mundo, nos inventamos roles para entender nuestro lugar y el lugar de otros en nuestro entorno, actuamos como en una obra de teatro porque así nuestras emociones afloran libremente sin pasar por las censuras de la razón que demanda el discurso verbal.

Jugar es la primera forma que encontramos para expresar lo que no entendemos. En el juego reímos, lloramos, peleamos, nos reconciliamos, compartimos, demandamos, competimos, perdonamos, nos volvemos flexibles y abiertos a todas las posiblidades del mundo real y de la fantasía.

Jugar es como soñar, es darle libertad a los más profundo de nuestro ser para expresarse sin ser juzgado.

martes, 2 de agosto de 2011

Tipos de juegos


Los juegos son infinitos, y pueden ser clasificados en categorías infinitas igual que el resto de las actividades humanas. Sin embargo, he aquí una clasificación que puede facilitar nuestra selección de juegos posterior en los proceso terapéuticos:

1. Juegos de roles: Típicamente los niños y adolescentes representan los roles que juegan las personas a su alrededor que se han convertido en sus modelos. Con estos juegos comprendemos las interacciones humanas. Las casitas de muñecas, jugar a la escuelita, las obras de teatro en el colegio y hasta el psicodrama, son formas en las que representamos roles.

2. Juegos creativos: Construir, dejar huellas con las manos sucias o llenas de pintura, dibujar sobre una pared, armar un modelo de avión de colección, hacer manualidades, preparar una cena sofisticada e invitar a los amigos, o construir el garage de la propia casa, son todos juegos creativos.

3. Juegos con música: Seguir una secuencia de percución golpeando el lapicero sobre el pupitre puede desesperar a algunas maestras, escuchar música clásica recostados en nuestro sillón favorito y a media luz puede resultar relajante, tararear una melodía conocida o inventar la propia, imitar el canto de las aves, inscribirse en un coro y esforzarse para convertir todas las voces en una sola, respetar los silencios de una sonata, colocar un sonajero junto a la entrada de la casa, escuchar baladas para llorar, o música alegre para bailar... Todas estas son expresiones de nuestro ser interior que brotan sin pensarse y descargan nuestro ser.

4. Juegos con movimientos: Hacer un mimo, ser gimnasta, jugar colocho, correr en el recreo de la escuela, hacer tai chi... El movimiento conciente es la mejor forma de entrar en contacto con lo profundo de nuestro ser; también es la forma de entrar en contacto con otros y establecer los límites; es la primera forma en que jugamos: "aquí estoy yo, allá está la chupeta,¿cómo podré hacer para alcanzarla". El movimiento nos hace independientes. Jugar a moverse es jugar a establecer nuestro propio lugar en el mundo y entrar en armonía con este.

5. Juegos con los sentidos: ¿Quién recuerda un cuadernito de tela para aprender abotonar, cerrar el zipper, y amarrar cordones?, tenía texturas e implicaba cierta fuerza y precisión. ¿Quién comió tierra o un desinfectante de colores llamativos? ¿Quién disfruta del olor de las rosas o se lleva todo los cuadernos nuevos a su nariz para percibir su aroma? ¿A quién le gusta cambiar los colores de las plantillas de sus blogs o sus páginas web? Los sentidos nos hacen sentir placer o disgusto, nos permiten percatarnos del peligro y protegernos, nos facilitan la vida y la embellecen. El placer nos hace sentir dignos de un buen trato. Un lugar digno y trato agradable es esencial para desarrollarnos plenamente.

6. Juegos de inteligencia y capacidad: Jugamos con bloques, jugamos a ensartar, en los videojuegos alcanzamos niveles más altos y asumir retos cada vez más complejos, el que juega con los problemas de matemáticas tiende a tener buenas notas, jugamos en las pruebas psicométricas para medir la inteligencia, jugamos a diseñar una campaña publicitaria en la compañía que nos contrató. Los retos nos pueden asustar algunas veces, pero una vez resueltos, la satisfacción que nos generan es insuperable.

7. Juegos con la imaginación: Soñar despiertos, contar cuentos, hacer ejercicios de imaginería, dibujar nuestros pensamientos, ponerle colores a los sentimientos... La imaginación abre caminos para comunicar sin censuras todo aquello que nos genera ansieda.

Existen muchos otros tipos de juegos, quizás la vida es un juego en sí misma. Lo importante es reconocer la necesidad que tenemos de jugar y dejar salir nuestro ser interior parar darle un lugar en el mundo.

lunes, 1 de agosto de 2011

El juego como opción terapéutica para todas las personas


Los niños pequeños juegan para medir las distancias entre ellos y los objetos, para lograr precisión en sus movimientos, para comprender la gravedad, para reconocer las texturas, olores y sabores de los objetos.
Nuestras primeras conversaciones son, en realidad, monólogos. Jugamos a nombrar objetos, a poner varias palabras juntas, a decir no y ver las reacciones de la gente; jugamos con nuestras palabras para medir su impacto en el entorno.
Luego jugamos con los amiguitos, representamos roles, "yo soy la mamá", "yo el soldadito", "yo la maestra"... Jugamos para ver si entendemos por qué la maestra regaña a Juan que es tan inquieto.
También jugamos a crear: pintamos, esculpimos, hacemos queques con barro, construimos torres con tucos, destruimos el carro de baterías para ver como funciona y armamos una orquesta con las ollas de la casa.
En la adolescencia hacemos teatro, representamos tantos papeles como nos sea posible hasta encontrar el más cómodo para la imagen que hemos creado de nosotros mismos.
Más adelante jugamos con carros, con herramientas y aparatos eléctricos costosos que usamos sólo una vez, jugamos con telas y hacemos colchas con significados profundos en un reunión semanal, compramos, acomodamos, decoramos y seguimos jugando para encontrar sentido a nuestras vidas.
Jugamos con la música, con las manos, con los pies, con la imagen de nuestro cuerpo; lo hacemos desde que nacemos hasta que morimos y, así, nuestra vida marca el surco que queremos dejar detrás de nosotros, el surco que dice quiénes somos, qué hacemos y por qué lo hacemos.
Las explicaciones que nuestro discurso no puede dar, las expresamos con nuestros juegos; es por esto que no podemos parar de jugar.
Los psicoterapeutas, consideramos los pensamientos, las percepciones e interpretaciones que las personas hacen de su entorno; escuchamos su discurso, y observamos la ejecución de tareas estructuradas para medir su inteligencia, su capacidad o su visión de mundo. Es ahí cuando pensamos en los significados profundos y muy resguardados que se han otorgado a las experiencias, y es ahí cuando nos percatamos de que las palabras tienen límite al tratar de explicar lo que se encuentra más allá de la razón.
Las emociones, los sueños, los olvidos, las reacciones automáticas ante el entorno, la soledad que se siente en algunos momentos en que nos rodean multitudes, los sentimientos de grandeza o impotencia al amanecer, todo eso que muy nuestro pero no es pensado, ni mucho menos hablado, necesita expresarse para ser comprendido.
El juego que pone sobre la mesa estas piezas del rompecabezas que nos compone, es un elemento sanador, explica sin desgastar, comunica cuando no hay palabras y ordena lo que no tenía sentido en la razón.
Es por esto que el juego es terapéutico y es para todas las personas. Niños, adolescentes, adultos y personas mayores, todos jugamos. En la medida en la que demos lugar a esta forma de cómprensión de nuestras experiencias, en esa medida nuestra vida toma sentido y tenemos paz.
El juego como opción terapéutica, no es nada más que otorgarse el derecho de expresarnos en nuestra forma más instintiva y pura de interactuar con el mundo.